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Con motivo del Sínodo del año 2005, como gesto sinodal de la Diócesis de Madrid, Cáritas abrió el segundo Centro residencial para dar apoyo a las familias con menos recursos, con menores y con necesidad de vivienda. Ya existía uno denominado Jubileo 2000. Al nuevo se le ha llamado Centro residencial Sínodo 2005. También lo llamamos VIS 2 (Viviendas de Integración Social).  Fue inaugurado el 16 de marzo del 2006.

Las cuatro Congregaciones que formaron parte de la primera comunidad Intercongregacional fueron: las Religiosas de la Compasión, las Hijas de Jesús, las Apostólicas del Corazón de Jesús y las Mercedarias de la Caridad.

En este momento las congregaciones y hermanas que participamos somos: Rosa Ballesteros de las Religiosas de la Compasión, Isabel Camiñas de las RR. Dominicas de la Anunciata, Mª Ángeles Berástegui  de la Sda. Familia de Burdeos y Ana Cantalapiedra de las RR Hijas de Jesús.

1. Nuestro compromiso y quehacer en el Proyecto 

La comunidad intercongregacional vivimos aquí, en medio de las familias y con ellas. Somos vecinas, a la vez que asumimos conjuntamente este proyecto de Cáritas en colaboración con todo el Equipo. Acompañamos a un grupo de familias más de cerca junto con alguien del equipo técnico y colaboramos en algunas de las actividades y talleres que se ofrecen y que se llevan adelante a través de voluntarias y voluntarios. En este momento son más de cuarenta y participan en un aula de empleo y diversos talleres para adultos; el Centro Educativo del menor, CEM, y otras actividades para los niños/as y adolescentes pues, en este momento, hay cien niños de 0 a 17 años (en el CEM participan alrededor de 50).  

Cuando el equipo técnico no está, al terminar su horario de trabajo, y los fines de semana y festivos, quedamos a cargo del residencial. Los miércoles tenemos reunión toda la mañana con el Equipo para ver la evolución de las familias y los asuntos que van surgiendo.

El origen de las familias es muy diverso: de diversos países de Latinoamérica y de África, bastantes familias de Marruecos y otros países árabes, algunos países de Europa del Este y, desde la crisis, han aumentado las familias españolas. 

La vecindad nos lleva a vivir unas relaciones cercanas, a favorecer relaciones entre los vecinos, acoger iniciativas que crean comunidad, aprender a colaborar y a superar las tentaciones de asistencialismo. El compartir con los vecinos las celebraciones y reuniones festivas nos van posibilitando conocer sus culturas, costumbres, comidas… y han facilitado el  encuentro y la convivencia entre todos los vecinos. Nos damos cuenta de que nuestra presencia favorece la convivencia entre culturas totalmente diferentes de manera sencilla y cercana: Suavizando sufrimientos, aligerando cargas, dando calidez, generando valores de ternura y misericordia; ayudando a recobrar la dignidad humana, de tal forma que a lo largo de los dos años sean capaces de asumir responsabilidades y reinsertarse en la sociedad. 

2. Relación con la propia Congregación 

No estamos a título personal. El Proyecto es asumido compartido y potenciado por cada Congregación. Respondemos desde un envío. El sabernos enviadas da solidez, continuidad y un gran apoyo para cada una. Saber que cada una de nuestras Congregaciones está detrás, nos sostienen y apoyan.

Cada hermana tenemos una comunidad de referencia de la propia Congregación, a la que vamos un día por semana y cuidamos la participación y el compartir en otros espacios y de diferentes maneras. 

También nos hacemos presentes en algunos momentos de las otras Congregaciones. Los contactos permiten relaciones más ricas de ida y vuelta. 

La visitas de las respectivas Provinciales,  juntas o por separado, según sus agendas, así como las visitas de las hermanas de las distintas casas, colaboran a este enriquecimiento.

Experimentamos el cariño y cercanía de las Congregaciones. Las otras Congregaciones pasan a formar parte de la propia vida, de la propia familia.

Nos enriquece el compartir lo esencial de los cuatro carismas y ver como se ha ido actualizando y adaptando la inspiración original a los tiempos y necesidades de los hombres y mujeres de hoy. En la atención especial a los excluidos, coincidimos todas. En el fondo a todas nos mueve: el Dios que nos ha convocado y la Misión a la que nos ha enviado.

3. Experiencia de comunidad inter

Es una experiencia intercongregacional, de vecindad en un ámbito de marginación.

Nuestra comunidad intercongregacional se constituyó, para asumir un proyecto de Cáritas–Madrid uniendo fuerzas.  Sin embargo, nosotras nos hemos dado cuenta  que no solamente estamos ahí para llevar a cabo un proyecto, sino como comunidad de vida. Dando testimonio de algo que va más allá de la tarea. Nuestra vida en comunidad tiene ya sentido en sí misma como tal, y esta experiencia puede ser un modo nuevo de vivir la Vida Religiosa.

Nuestra posibilidad, por tanto, es triple: 

  • Asumir conjuntamente un proyecto con el compromiso de diferentes Congregaciones.
  • Mostrar el carisma de la VR en su pluralidad de carismas fundacionales y espiritualidades distintas, no sólo en el trabajo o en la misión, sino en la experiencia comunitaria.
  • Dar una respuesta nueva a una necesidad nueva de nuestra sociedad (la convivencia de culturas). 

Nos une el seguimiento a Jesús en la Vida Religiosa y el querer colaborar con él en su Proyecto y con su estilo. Cada una pertenecemos a una familia religiosa con una espiritualidad y un carisma, que acentúa algún rasgo del evangelio que todas queremos vivir. Ello, a la vez que nos diferencia, nos enriquece. La diferencia enriquece lo común. La llamada de Jesús nos une a todas en un mismo Espíritu con distintos Carismas: 1 Cor 12.

En la vida cotidiana nos distribuimos las tareas entre todas y vamos compartiendo y discerniendo conjuntamente qué y cómo hacer; y cómo afrontar los conflictos o situaciones nuevas que van surgiendo. 

Cada una asume como parte de lo común lo de las otras hermanas y Congregaciones. La propia identidad, compartida con las otras identidades crece y se fortalece. La comunidad “inter” hace resaltar el “sabor” específico de cada uno de los carismas, identidades y espiritualidades. Cada carisma sale fortalecido, profundizado y desarrollado gracias a las relaciones con los otros  tres.

Lo estamos viviendo no solo por necesidad, sino como un soplo del Espíritu. Hoy creemos que puede ser un modo de vida que aporta riqueza a la Iglesia y que transforma lo particular de cada una. Estamos convencidas de que es el Espíritu quien alienta este crecimiento de lo intercongregacional. 

Las dificultades que vamos encontrando no nacen de lo intercongregacional, son las propias de cualquier grupo y condición humana que sin conocerse comienzan viviendo juntas un nuevo proyecto.

Vemos aspectos a mejorar y seguir creciendo:

  • Cuidar más los tiempos y espacios de oración y reflexión. Propiciar espacios mayores de compartir la fe, y en encuentros  lúdicos. Mayor capacidad de diálogo. Hacer o estar tiempos juntas: retiro, oración, reflexión, salidas, cine, etc. 
  • Profundizar en sentido de comunidad intercongregacional, darla el peso que tiene, si algo queremos aportar a la VR.
  • Diferente enfoque de las situaciones y distintas concepciones en la manera de ayudar, más paternalista, más solidaria…

La experiencia nos está aportando:

  • La convicción de que quien nos une es el Espíritu de Jesús y su Evangelio, la misión y la opción por los pobres. 
  • Convencimiento de que el Espíritu está en este movimiento de compartir nuestros carismas viviéndolos en comunión. 
  • Conocimiento de la riqueza de los distintos carismas  y alegría al asumir como parte de lo común, lo diferente, lo de otras. El enriquecimiento mutuo al compartir nuestros carismas, nuestras formas de entender y vivir la fe.
  • Sentir y experimentar que la familia religiosa se amplía. Pasar de “mi” congregación a “nuestras” congregaciones.
  • Entusiasmo por la vida que es capaz de adaptarse a los tiempos y a las    necesidades  nuevas en la Iglesia y en el mundo de hoy.
  • Saber por experiencia que es posible la convivencia y la comunidad en la pluralidad de carismas. Que es posible vivir juntas sin que los propios carismas sufran detrimento. El propio carisma sale enriquecido. Es mucho más abundante lo que nos une, que lo que nos diferencia. 
  • Compartir vida, fe, oración y misión entre los empobrecidos. Cultivar la amistad, el trabajo que, al ser común para todas, ayuda a la integración. El interés por las familias. Acoger y valorar a otros.
  • La capacidad de relativizar formas, horarios, planes, estar abierta a la novedad, a salir de mis propios esquemas o “costumbres. Perdonar. Exige apertura, actitud de sumar y no de restar. 
  • El que las diferencias sean una riqueza es un camino a recorrer.
  • El testimonio de ir juntas en el seguimiento y misión, la búsqueda de la unidad, el no protagonismo, la búsqueda de ser testigos del evangelio de la buena noticia de la fraternidad, de la acogida,... 
  • Es una llamada a la humildad, cada Congregación sola no lo puede todo, no somos las mejores, nos complementamos para mejor servir a la Iglesia y a la sociedad.

Está siendo una experiencia muy enriquecedora, tanto la experiencia comunitaria como la participación en el Proyecto, formando parte de un equipo. Enriquece y ayuda mucho la relación cercana, de vecindad, con personas y familias de diferentes razas, culturas y religiones, el acompañar más de cerca a algunas, la acogida y ayuda mutua, el trabajar en equipo, tanto con el equipo técnico como con el grupo de voluntarios/as… Agradecemos la oportunidad y posibilidad de vivir y compartir esta experiencia.

4. Reuniones de las dos Vis y Proyecto comenzado de reflexión conjunta de cara al curso próximo

  • Hemos comenzado el curso pasado a reflexionar juntas y queremos continuar haciéndolo. Sentimos que es un compromiso y una responsabilidad.
  • Seguir ahondando en la comunidad intercongregacional.
  • Darlo a conocer: Vida Nueva, CONFER… 
  • Buscar con… y compartir cómo vivir hoy en estas realidades intercongregacionales. 
  • Buscar encuentros entre nosotras y con otros/as que están en la búsqueda. 
  • Sentimos que es un paso bueno el que este año, quizás llevadas por las circunstancias y necesidad nos hayamos comenzado a encontrar por diferentes motivos que puede cuajar en un seguir buscando juntas.
  • Nos parece importante el buscar espacios de tiempo y acompañamiento que nos ayude a profundizar y a formular todo lo que hoy queremos plantearnos.

 Como en María… el Espíritu crea en nosotras:

  •  una especial sensibilidad hacia toda situación de debilidad, miseria y sufrimiento,
  •  una actitud de disponibilidad y acogida que nos hace cercanas a los demás,
  •  dinamismo creativo en el servicio para responder a sus necesidades.

  

Testimonio de las hermanas que conviven con la hermana Rosa Ballesteros en el Centro VIS 2