Conocí a las Hermanas de la Compasión hace ya unos cuarenta años cuando se estableció una primera comunidad de la Compasión en nuestro barrio y parroquia. Colaboraban activamente en grupos cristianos y en asociaciones de laicos en los que yo misma participaba.
Con ellas descubrí el carisma de la compasión. Me enseñaron a estar más atenta y a mirar con otros ojos a los “pobres del evangelio” que vivían cerca de mí. De esta manera, he podido ayudarles a realizar algunas actividades sociales.
Hace tres años que las hermanas han vuelto al barrio de Sept Deniers y yo me he alegrado al encontrar de nuevo en ellas el espíritu de la Compasión, siempre a la escucha de las preocupaciones de los demás y sobre todo de los más frágiles de nuestra sociedad.
He tenido ocasión de conocer algo de lo que las comunidades realizan en otros continentes y ello es para mí una apertura a nuestro mundo en dificultad.
Todas las Hermanas, según las capacidades, la personalidad y la sensibilidad de cada una, aportan un apoyo, un consuelo y una alegría que invitan a seguirlas en el camino del Amor.
Hace tres años que he entrado a formar parte de las C.C.C. (Comunidades Cristianas Compasionistas) donde he podido conocer los orígenes de la Congregación, la vida de Mauricio Garrigou y las diversas facetas de la compasión vivida, ayer y hoy, por las hermanas y por los laicos, a través de los diversos compromisos en la vida de cada día. Esto me ayuda a profundizar mi fe y a tratar de vivirla en los pequeños gestos del día a día. Sin olvidar los tiempos de oración, personal o en comunión con otros por una intención particular.
Nanette Marco
Sept Deniers (Toulouse)