«Hagan el bien sin ruido»
-Mauricio Garrigou, a sus religiosas-
En Marignac, como comunidad de la Compasión, tratamos de vivir nuestro compromiso con alegría, sencillez, humildad y gratuidad, en seguimiento de Jesús el Compasivo.
La comunidad se alimenta bebiendo en la fuente que es Cristo y teniendo como referencia la Congregación. Porque es la Congregación quien ha recibido el don del carisma de compasión en la Iglesia y para el mundo.
Permanecer de pie junto a la cruz como María nuestro modelo, es lo que nosotras tratamos de vivir con nuestra presencia discreta, atenta, solidaria; con las visitas y las ayudas a personas frágiles, solas o enfermas y de una manera particular junto a las personas mayores de las Residencias de Luchon y de Antichan; su participación en la oración y en la comunión eucarística es para estas personas una terapia, una curación. Sabemos que la compasión es acercarse al que sufre con un corazón que escucha y que ama. En nuestras visitas les aceptamos como son, con delicadeza, respeto y bondad.
Son las mismas actitudes cuando se trata de acoger y de acompañar a las familias que han perdido un ser querido y que solicitan una sepultura cristiana.
Y más allá de las fronteras de nuestras iglesias nos encontramos también con los minusválidos de los Centros del AJH (Asociacion Los Jovenes discapacitados). Estos encuentros son para ellos una fiesta. Su fe es grande y sencilla al mismo tiempo.
Si en nuestro corazón reina el amor, podemos servir eficazmente a cuantos carecen de amor.
A ejemplo de “El buen samaritano” (Luc. 10, 29-37) vivimos la compasión entre nosotras, con la escucha, la ayuda mutua y el perdón que nos damos y que recibimos.
Porque creemos en el amor misericordioso y compasivo de Dios por todo ser humano, es este amor el que cada día pedimos unas por otras.
Comunidad de Hermanas de la Compasión
-Marignac (Francia)-