Creo, lo afirmo y testimonio que el Señor tiene para cada uno de nosotras sus hijas, un proyecto de vida, digo esto porque desde mi cuna he sido formada en la fe católica teniendo como base una fuerte devoción a la “VIRGEN DOLOROSA”, Patrona de mi pueblo.
Cuando llego a radicar a San Martín, el Señor me permite conocer y caminar junto a las hermanas Compasionistas, llevo exactamente 20 años en el seno de la C.C.C.; les confieso que al escribir este testimonio temo reducir, minimizar, etc, lo que ES Y SIGNIFICA para mi esta hermosa experiencia.
A la luz de Dios Compasivo y con la ayuda de nuestros fundadores el P. Mauricio Garrigou y la madre Juana María Desclaux les comparto lo siguiente:
Al conocer a las hermanas y con ellas el carisma compasionista, reafirmo que este estilo de vida era el que el Señor me tenía preparado, cada día me iba enamorando más de la misericordia de Dios; ellas me ayudaron a aterrizar en una espiritualidad concreta: “COMPARTIR LA VIDA CON LOS MENOS FAVORECIDOS”, no desde lo extraordinario y de una manera bulliciosa, no, sino desde lo sencillo, lo cotidiano, lo frágil, lo débil y así ser colaboradores en el Proyecto de Dios.
Durante todo este tiempo que permanezco a la C.C.C., he conocido a muchas hermanas religiosas compasionistas, unas siguen a nuestro lado y otras ya partieron a la casa del Padre, de diferentes edades y nacionalidades, todas ellas me han transmitido valores cristianos, pero unas más que otras, no con charlitas y discursos, sino con sus vidas me han demostrado que aún en este tiempo en esta realidad concreta es posible hacer presente la COMPASIÓN DE DIOS, hay lecciones de vida que una no puede olvidarlas, sino cada vez que sea necesario recrearlas y vivirlas, como: ser fuerte en la fragilidad, ver la luz de Dios aún en la oscuridad, ser valiente cuando nos toca anunciar y denunciar, hacer realidad proyectos, en bien de nuestros hermanos, que se concebían y se creían que eran una utopía, sonreír en tiempos difíciles, porque la verdadera felicidad es el gozo de servir al Señor y al hermano que lo necesita, siempre me enseñaron a vivir una verdadera vocación de servicio teniendo como modelo a nuestra Sra. La Virgen de la Compasión.
Hoy en día como laica me anima mucho vivir esa COMPLEMENTARIEDAD con las hermanas consagrada, porque siento que estamos consolidando y caminando como la “FAMILIA COMPASIONISTA”, haciendo vida nuestro compromiso de colaborar en la construcción de un mundo más justo, donde el amor del Padre prevalezca ante todo.
Muchas gracias hermanas por ser verdaderos instrumento de Dios, ya que con su entrega y coherencia nos permiten conocer y vivenciar la COMPASIÓN DE DIOS.
Doris.
C.C.C. Tarapoto, San Martín, Perú.