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Al escribir estas líneas, me remonto al año de 1956, cuando a mi tierra natal -Tarapoto- llegaron 5 religiosas compasionistas: Rosa, Anunciación, Guadalupe, María Jesús y Teresa; todas ellas con la hermosa misión de ir dando a conocer el reino de Dios a través de la enseñanza en la escuela y en otros campos más. Puedo decir que tuve la gracia, la oportunidad y experiencia de ir bebiendo de las fuentes de la Compasión mediante las hermanas con  ese  espíritu propio de nuestro Padre Fundador, Mauricio Garrigou; pues todas las hermanas tenían y tienen el don de la escucha, la acogida, la ternura, la sencillez, esa palabra oportuna, alentadora en los momentos más difíciles, la  alegría compartida en los momentos de dicha, por sus gestos, actitudes y, especialmente, por estar siempre atentas a su entrega sin reserva por el más débil, por el explotado.

Mi vida en una residencia de mayores

Vamos a celebrar muy pronto los 200 años de nuestra Fundación, quiero unirlo a otro “hito” también muy importante para mí.

Hace ya más de un año que estoy en esta Residencia de Aranjuez, donde me encuentro en compañía de 270 personas residentes y en torno a 150 empleados. Entre los residentes, hay alguna otra religiosa, un sacerdote Claretiano y 16 Hnas. Compasionistas.

En el nº 12 del Comunicado de nuestro XX Cap. General, se nos recuerda que “todas hemos sido llamadas a vivir la misión hasta el final de la vida, y que las comunidades de Hnas mayores insertas en Residencias de 3ª edad son expresión de una forma de inserción misionera entre las personas de la misma edad y en las mismas condiciones.”

Una de mis experiencias de Compasión

- “Hermanas, me voy, hasta luego”. 

Son las 14,30 Hs de un Jueves cualquiera y a las 15 Hs comenzamos a atender a 20 “hombres de la calle” (son en total 200 personas, cada dos meses) en una Parroquia de Buenos Aires.

Nuestro Equipo lo forman: una laica, ex-directora de escuela, Elena; otra laica ex-oficinista jubilada, Marta; un ex-probación (persona con una condena por delitos menores que debe cumplir con un trabajo social gratuito) y digo “ex” porque ahora es monaguillo en la Parroquia; y otro “probatión” que ejerce una cierta vigilancia. (De estos “probatión” el Párroco se hace responsable ante las autoridades civiles y nadie sabe que lo son). También está en el Equipo un joven diácono que será ordenado sacerdote a fin de año y yo misma. A excepción del diácono, todos somos adultos mayores.

Septiembre de 2013. Comunidad de Ziordia. Visita del Consejo General.

Ana María Martínez, una de las consejeras, pide mi parecer sobre mi traslado a la residencia de Beloso. Reconozco la envergadura del tema y respondo afirmativamente.

Se preparan los hechos para mediados de enero de 2014 y se inicia nuestra ida, 15 Hermanas, para la nueva residencia de Beloso Alto.

Creo, lo afirmo y testimonio que el Señor tiene para cada uno de nosotras sus hijas, un proyecto de vida, digo esto porque desde mi cuna he sido formada en la fe católica teniendo como base una fuerte devoción a la “VIRGEN DOLOROSA”, Patrona de mi pueblo.

Cuando llego a radicar a San Martín, el Señor me permite conocer y caminar junto a las hermanas Compasionistas, llevo exactamente 20 años en el seno de la C.C.C.; les confieso que al escribir este testimonio temo reducir, minimizar, etc, lo que ES Y SIGNIFICA para mi esta hermosa experiencia.

EN EL PROYECTO DE LA CASA DE ACOGIDA Y REHABILITACIÓN DE PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE, PADRE MACHADO y en la COMUNIDAD INTECONGREGACIONAL

Comparto cómo experimento la COMPASIÓN en tres dimensiones del proyecto:

1ª En la cdad. Intercongregacional: Por  distintas circunstancias, en este momento, la comunidad está formada solo por dos Hnas. Y una 3ª nos apoya 3 días a la semana, pues la misericordia y compasión del Señor hace posible que un proyecto que contemplaba la necesidad de 5 hnas. formando comunidad, pueda  caminar con una cdad. tan reducida. 

Es esta para mí la primera experiencia de compasión.

Respondo gustosa a la invitación que me han hecho las Hnas. De NTRA.SRA. DE LA COMPASIÓN de Basauri, Voy a compartir mi relato, fragmentos de mi experiencia de vida.

Me llamo Puri, tengo 59 años y soy madre, abuela de familia. En el año 2000, se convoca en la parroquia a voluntarias para crear unos talleres desde Cáritas, con el objetivo de ayudar a mujeres de escasos recursos. Se les ofrecía la posibilidad de aprender tareas, de relacionarse y poder expresarse en este lugar de encuentro.

Estoy contento de escribirle, hermana para testimoniar una vez más mi agradecimiento y mi gratitud por el apoyo espiritual y material que ustedes me han dado durante mi estancia en la prisión de Kondengui.

“Toma, oh Madre Compasiva,
juntos nuestros corazones en un solo corazón.
Quemen sus amores como un ascua viva
tus manos obreras de la Redención”.

El ambiente era solemne y hasta el organista había sacado los mejores registros para que todo aquel rebaño adolescente cantase enfervorizado el canto. Nos explicaron después que era el himno de las “monjas” y que celebraban el 15 de septiembre su fiesta. 

Así de simple, así de elemental se me instaló como un brote en la memoria y el corazón, a los 13 años, lo que era el carisma de las Hermanas de la Compasión.

Desde el año 1977, el espíritu de la compasión ha estado presente en nuestras vidas; cuando llegamos al CEP Nuestra Señora de la Luz, que en ese momento lo dirigían las Hermanas de la Congregación Ntra. Señora de la Compasión; mi esposo Víctor y yo sentimos la necesidad de vivir como verdaderas familias cristianas y esa decisión nos permitió valorar la labor de las Hermanas Compasionistas quienes, con el mismo Espíritu de su fundador el Padre Mauricio Mateo Garrigou, prodigaban  cercanía y servicio constante a quienes les rodeaban; fue una gracia para nosotros y nuestros hijos ser beneficiarios del amor compasivo de Dios a través de las Hermanas.

Me siento muy contenta y agradecida con las hermanas de la compasión porque con su sencillez, humildad y su entrega a los más necesitados, me enseñaron a vivir la vida con otra expectativa, a dejarme abandonar en los brazos del señor.

Ventanas de compasión

Queremos celebrar que en medio de este mundo en el que abunda el dolor y en el que parece reinar la indiferencia, hoy podemos reconocer también una corriente de Compasión que va abriendo ventanas a muchas y diversas iniciativas de humanización y solidaridad.

Nosotras, hemos querido ser cauce de esa corriente compasiva a lo largo de estos 200 años en los lugares donde vivimos y a través de los proyectos que organizamos o en los que participamos.

Te invitamos a asomarte a estas ventanas y a también a abrir los ojos a tu alrededor por si esa corriente pasa cerca y te llama a entrar en ella… O tal vez ya estás dentro y tienes un testimonio que compartir…