El Comedor San Antonio de Iralabarri es un servicio para las personas “sin hogar” de Bilbao con 62 años de vida. Nació de una manera sencilla de la mano de cuatro mujeres atentas a la realidad que les rodeaba. Era la época de la postguerra y la carestía de lo necesario se dejaba notar. Estas mujeres, tras escuchar en una reunión de seglares franciscanas el texto de Mateo “tuve hambre y me diste de comer”, pasaron a la acción. Una cocinaría la legumbre con sacramentos y las otras tres la servirían en el salón del Convento Franciscano. Los primeros comensales eran niños de familias que habían emigrado buscando trabajo en los Altos Hornos de Bizkaia. Sesenta años después, el perfil de los usuarios nos habla también de emigración, pero no de Galicia o Extremadura. Ahora acuden de todo el mundo, en especial del Magreb y los Países Subsaharianos.
La oferta sigue siendo la misma. Un buen plato de comida con fundamento para seguir lidiando con la dura vida. Y mucho cariño. Que, a la sazón, es lo que alimenta.
Este segundo “aporte alimenticio” ha estado dispensado, de manera especial, por un auténtico ejército de voluntarios. Se cuentan por varios miles los que aquí se han calado el delantal. Amas de casa, jubilados-as, religiosos-as, jóvenes de colegios y parroquias… Incontables. Gente buena.
Y desde hace más de 15 años… Hnas. de la Compasión. Apareció primero M. Angeles, de la mano de la “Peña de Erandio”. Y una alegría a raudales.. M. Angeles es lo más parecido a un circo ambulante. Lleva la magia y el espectáculo allá por donde va. Las fiestas a ritmo de castañuelas, la “hora del café” en las excursiones…,sin olvidar una cena de comida siria (Azzan) con disfraces de la “danza del vientre”. Una pasada. Y hay fotos para dejar constancia.
Marchó a Madrid. Pero se aseguró el relevo. Julia, Covadonga…y, un poco más tarde, Piedad. No vienen con las castañuelas. Pero sí con el testimonio de sus muchos años gastados por el Reino. Tantos países, experiencias, tanto bien derramado… que nos destilan en los grupos de voluntarios como vino con solera. Y luego sus conversaciones “mano en hombro” con los comensales valiéndose del francés…,que les hacen entrar en territorio amigo.
Lo dicho, la compasión sazonando estas comidas y cenas y alimentando el alma.
GRACIAS HERMANAS. Y FELICIDADES EN VUESTRO ANIVERSARIO.