Cómo con tan pocas palabras (unas 1500) voy a decirles la alegría que siento de estar con ustedes, en el seno de esta familia. Porque para nosotros, Iaicos (aunque lo seamos todos), la congregación es nuestra familia, y su nombre, nuestro apellido alrededor del cual nos encontramos para darle vida, para darle un nuevo impulso o, como hoy, para hablar de ella.
Yo no descubrí Ia Compasión; fui atraído por la Compasión.
Entré por una puerta de la escuela de compasión. Y una vez dentro, me planteé esta pregunta: "¿Dónde está la compasión?”