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Soy Bertha Fasanando Díaz, Picotina de nacimiento, cristiana compasionista, actualmente laborando en la Asociación PROSALMAG y estudiante de la carrera de Técnica en Farmacia y Docencia.

En el año 91, empecé a ir a la catequesis para recibir el sacramento del bautismo, y es allí donde conocí a unas monjitas que daban las charlas, al escucharlas hablar de sus experiencias y ser testiga del testimonio de vida que llevaban y sobre todo la enorme preocupación e inquietud que tenían por seguir trabajando con los y por los jóvenes, empezó a motivarme más y a no quedar en esa simple charla de recibir el sacramento sino, a comprometerme más con la iglesia y conmigo misma. A pesar de mi corta edad, pasé a formar parte del grupo juvenil, ingresé al coro, y más adelante al equipo de la pastoral juvenil, entre otros, grupos que han ido aportando en la formación y madurez de mi persona; es allí donde cambia mi vida y mi forma de pensar, empecé a darle un gran sentido y valor a la vida, gracias a ese acompañamiento, entrega y dedicación que les caracterizaba a las hermanas. 

Hoy, pasado ya varios años sigo prendada y admirada de su capacidad de acogida, su entrega generosa, sus exigencias, su vida austera, disciplinada y sencilla, una vida entregada para cada uno de nosotros. Al encontrarme y conocer a las Hermanas compasionistas, ha marcado profundamente mi vida, porque a traves de la formación, el apoyo y el cariño que sigo recibiendo de ellas, he aprendido a mirar el mundo y la vida de manera cristiana, a valorar la dignidad de las personas como hijos de Dios, a sentir compasión por aquellos que sufren, a abrigar esperanza de lograr un mundo más justo y solidario, a luchar por los derechos de las personas, con ellas vivo momentos difíciles, de alegría, de gozo y de esperanza. Ser un laico compasionista no es fácil, pero tampoco difícil, es luchar por todo ello, tratar de hacer las mismas actitudes de Jesús hacia las personas, especialmente de los más indefensos. 

Vivo la compasión como respuesta a la voluntad de Dios, en actitud de conversión, siendo sencilla, servicial y acogedora, teniendo pues a María nuestra Madre, como modelo de entrega a los demás.

Como laica compasionista estoy dispuesta a continuar con esta misión que nuestro padre fundador ha empezado, a abrirme a nuevos horizontes de vida, desafiando todo obstáculo que se presente.

Finalmente agradezco  a Dios infinitamente por haber puesto en mi camino a la Congregación de hermanas Nuestra Señora de la Compasión.  Gracias hermanas por permitirme formar parte de la familia compsionista, gracias por darme la oportunidad de caminar juntas hacia el Padre.

Si quieres formar parte de una Comunidad Cristiana Compasionista, puedes leer otros testimonios y contactar con nosotros.