Vengo de una familia, de un hogar, donde reinaba el amor, la sencillez y la oración y encontré otra familia, la Congregación de Hnas. de Nuestra Señora de la Compasión, que me acogió ayudó y me ayuda, en todo el sentido de la palabra. Gracias Señor por el Carisma de la Compasión.
“Jesucristo, será tu modelo”, sigue sus huellas con tu estilo de vida cotidiana y fraterna. Es la invitación que el Señor me ha hecho. Vivo con gozo y esperanza, sé que el Señor me acompaña y me fortalece en mis debilidades y limitaciones.
Amo a la Comunidad y la considero don y regalo del Señor, por lo tanto soy responsable de la misión y vida comunitaria, compartiendo, dentro de mi pobreza los dones recibidos del Señor. “lo que han recibido gratis, denlo gratis”, manteniendo vivo el lema de nuestro Padre Fundador: “Tengan un solo corazón y una sola alma”. (Const. 41), en ese sentido de la Pascua, Muerte y Resurrección, ayudándonos mutuamente, con la confianza en el Señor que es mi Roca salvadora.
En esta etapa, en que me encuentro, doy nuevo empuje a mi vida con un agradecimiento grande al Señor, por el regalo de mi vida y vocación. También tengo más tiempo para la oración, la reflexión, lectura etc. A veces me siento limitada en mi ser y hacer, pero dentro de lo que puedo comparto mi vida con algunas señoras mayores; me parece importante acompañarles y escucharles: un saludo, una mirada cariñosa puede hacer felices a los demás.
El Dios compasivo y misericordioso está en la vida con el pobre, el sufriente y el enfermo, por otra parte veo y escucho tanta violencia, atropello y muerte que le pido al Señor, Dueño de la Vida, que nos dé más sensibilidad y solidaridad ante tanto dolor humano.
Veo la mano de Dios en mi vida, una de las veces que lo palpé con más fuerza fue en la enfermedad vivida con paz y serenidad, me sentí más unida a Cristo y a los enfermos, todos participábamos de la misma cruz de la enfermedad, pero yo me sentía más privilegiada que muchos, tenía la ayuda de las Hnas., visitas, medicamentos, que a muchos les faltaba.
Gracias Señor, por tanta bondad, manifestada a través de tantas personas, dame un corazón agradecido y generoso y la gracia de serte fiel en todo momento. Termino dando gracias a María por su protección maternal para conmigo. Ayúdame Madre a ser y vivir la compasión como Tú lo hacías, con tu “hágase tu Voluntad”.
Hna. Soledad Peña
Religiosa de Ntra. Sra. de la Compasión.
Lima- Perú