Desde septiembre del 2009 formo parte de la comunidad intercongregacional en un proyecto de Cáritas Madrid de apoyo a familias en situación de vulnerabilidad o exclusión.
Compartir vecindad con todas estas familias te hace ser igual entre los iguales, entre los que no cuentan.
Desde aquí, desde “abajo” experimento la compasión de Dios y lo descubro en los “pequeños” con sus sufrimientos, con todo lo que han perdido o nunca tuvieron; incluso con sus miserias y exigencias.
A medida que me he ido acercando a ellos, he ido “desaprendiendo”, despojándome, para poder acogerlos en su ser y en sus circunstancias concretas. Y he sentido la llamada fuerte de Ex.3 “he oído el clamor de mi pueblo, ve a liberarlos”. Y en ese trato de tú a tú, son ellos los que te ayudan a liberarte…
Lo vivo como un regalo estar en este proyecto, compartir la vida con hermanas de otras congregaciones, donde la misión común nos facilita relativizar muchas cosas y a descentrarnos de nosotras mismas, por seguir sembrando compasión.
Que la congregación esté presente en estas “periferias” es una alegría porque es palpar que está, que estamos a la escucha de los “gritos” que hoy nos llegan, aunque mi mediación tenga sus luces y sombras.
Cumplir la Congregación 200 años, es motivo de acción de gracias a Dios por su misericordia, por toda la compasión que hay en nuestro mundo, por creer que otro mundo es posible; porque seguimos escuchando los gritos de los oprimidos.
Merche Ginel